Cuando era niño, la vida me regaló observar largamente a los que aprendían a andar en bicicleta; verles cómo caían y lo intentaban una y otra vez; había quienes usaban ruedas pequeñas auxiliares a los lados, otros mostraban sus huellas de batallas perdidas con costras duras y raspones espléndidos; era distinta la vestimenta y los modos “propios” de chicos y chicas; ver las caídas de las niñas “bien” que en aquellos tiempos se atrevían hacerlo con vestido hacía que mis ojos crecieran mucho de niño/adolescente.
Había los que intentaban aprender solos y los que disfrutaban la compañía de una persona mayor que con más o menos paciencia los apoyaban. Quiero aclarar que observaba por qué, por un lado no tenía bicicleta propia (siempre se la robaba por algunas horas a mi hermana que llegó a tener dos –fuera el trauma- y yo ninguna) y por el otro mi inseguridad me acompañaba cruelmente. Aprendí en pocos días que los que no lograban avanzar más de un metro era porque veían los centímetros inmediatos a la rueda delantera de su bicicleta. La lección era contundente: “El Reino de los bicicleteros no es de los inmediatistas”. Para aprender a hacer Pastoral y andar en bicicleta hay que mirar a lo lejos, allá dónde “nunca llegaremos” para superar cada metro, cada espacio inmediato, cada realidad que a veces nos paraliza.
Se trata no sólo de plantear objetivos a corto plaza sino, “prácticamente dejar de ver lo que nos trae como emergencias inmediatas”. Nos mueve el ideal, el horizonte amplio y generoso. Mirar lo inmediato nos paraliza hasta hacernos caer y sentirnos fracasados. Al mirar el ideal y sentir la fuerza de pedalear con todas nuestras energías nos alimenta espiritualmente. Y por otra parte hay que confiar con amor en Aquel “el que siempre es Bueno” y nos sostiene. Alguien sostiene nuestros intentos y nos lleva en vilo algunas veces; otras veces nos sonríe cuando ya logramos avanzar… y sentimos nuestra vocación exterior que nos grita: ¡Mira adelante, levanta la vista! Y al mismo tiempo esa voz interior que nos dice: ¡Tú puedes! Es bello hacer pastoral en bicicleta.